LA OTRA CARA DEL DISEÑO: EL LADO INDEPENDIENTE


Por Krizia Muciño Rangel
México (Aunam). Ser diseñador no implica siempre la palabra glamour, ni etiquetas con precios exuberantes, hay veces en que se trata de arriesgar para innovar y de unir fuerzas para atraer al público, en especial, cuando se empieza de cero.

Los bazares de diseño combinan lo innovador, estético y económico, para crear nuevas plataformas, desde las cuales los diseñadores independientes intentan insertarse en el mercado. En estos lugares no se busca la competencia directa, sino el apoyo mutuo para que cualquier marca pueda crecer.

El autodenominado primer bazar de diseño alternativo es Bazar Fusión; fundado en 2003 es el establecimiento más antiguo del que se tiene registro en publicaciones diversas, como el diario El Universal, Excélsior o la revista Chilango.

De acuerdo con su página oficial: Proyecto Fusión, esta empresa es idea de los argentinos Carolina Kopeloff y Manuel Sekke, quienes buscaban crear algo parecido a las Ferias de Diseño que se organizan Argentina.

Desde entonces, Bazar Fusión ha servido de modelo para la creación de propuestas similares, algunas no perduraron más de un año, como fue el caso de Bazar Simple que inició en 2009 y cuyo último registro de actividad en su página web fue en diciembre de ese año .No obstante, las iniciativas por parte de los diseñadores para continuar este tipo de propuestas siguen vigentes.

Algunos de los bazares que se pueden localizar hoy en día en la ciudad de México son: Diseñadores Independientes Mexicanos (DIM), Incubus Visual, Bazar Ambulante, Vanitas, Bazar Mexicanitas, Pabellón del Diseño Mexicano, Tráfico Bazar, entre otros; los cuales son relativamente nuevos con no más de tres años de antigüedad.

Una tarde de Fusión

En Londres 37, Colonia Juárez, el ambiente está tranquilo. La casona de dos edificios se ve fresca e invita a los transeúntes a conocer su interior. En el techo, en los pasillos y colgando de ventanas se ven traviesas flores rosas y rojas que se asoman sin pudor.

Para aquéllos que son nuevos en Bazar Fusión, cada puerta que se cruza es como un regalo abierto en Navidad: no se sabe que hay en el interior, y aunque se lo puedan imaginar, no deja de sorprenderlos.

Cada piso de los edificios es una sorpresa tras otra. Corredores y salones llenos de stands decorados por los productos que ofrecen. Cada espacio es una explosión de color, arte y diseño, ya sean accesorios confeccionados con piedras de fantasía, metales o incluso madera, celosamente ordenados a lo largo de la mesa; hasta zapatos de charol y botas de colores cálidos con estoperoles, acomodados en estanterías que bien podrían funcionar como libreros.

Cada marca tiene su sello único, no hay dos stands iguales, a pesar de que son más de 80 diseñadores en el bazar. Cada concepto varía en su paleta de colores, en el tipo de mercancía y en sus motivos.

En las estancias se escuchan conversaciones entre expositores y consumidores, dado que estos últimos no desaprovechan la oportunidad de preguntar cualquier duda sobre aquel producto que están considerando adquirir.

“Cambia tu perspectiva sobre el objeto, ya no es sólo una prenda cualquiera o una pulsera más, porque ahora sabes qué es lo que el diseñador quiso decir o expresar con su diseño”, comenta una compradora, quien ahora luce orgullosa un nuevo collar.

No obstante, no todas las sorpresas son mercancías que llegarán de forma física al hogar, pues la experiencia de recorrer este bazar no estaría completa sin darse el tiempo de tomar un pequeño respiro, quizás acompañado de una taza de café o una cerveza fría, y claro, ¿por qué no?, hasta de un cambio de peinado.

Sin necesidad de detener el recorrido entre el talento y la imaginación de lo mexicano, dentro del mismo bazar uno puede comer y beber tranquilamente, e incluso, visitar al estilista oficial del sitio para un cambio de look completo.

Los problemas no parecen existir dentro de esta atmósfera tan tranquila, donde se camina lentamente para apreciar cada stand, pero ¿realmente no existen las dificultades?



Los titiriteros de la feria

Ana Gabriela Romero Díaz es diseñadora, hace aproximadamente dos años, quiso crear una marca de ropa gracias a lo cual conoció a varios colaboradores de evento, entre ellos, a una diseñadora de modas que le platicó sobre las ferias de diseño. “’Es un buen negocio’, me dijo, entonces me puse a buscar lo que necesitaba para abrir uno y así nació Bazar Ambulante”

La primera edición fue la más difícil para ella, porque tuvo que enfrentarse por primera vez al público, a sus expositores y a toda la organización del proyecto. No obstante, lo que más se le dificultó fue la coordinación con los presentadores: “Desafortunadamente en México no sabemos trabajar en equipo, hay mucho individualismo y la gente no tiene compromiso”.

Sin embargo, no todos los bazares son iguales, en Diseñadores Independientes Mexicanos (DIM), Viviana Juárez Robledo, cofundadora del proyecto, se refiere a sus expositores como “un equipo, porque una vez que llegan al bazar, DIM somos todos”.

Diseñadores Independientes Mexicanos nació en 2011 con aproximadamente 40 marcas, después de que varios diseñadores fueran víctimas de un fraude, donde se pidió una cuota para participar en un bazar de diseño que jamás se llevó a cabo.

Actualmente, son más de 170 diseñadores y artesanos los que conforman el proyecto, el cual ya ha tomado por sitio recurrente para sus ediciones el centro de la Ciudad de México, en pasaje América.

De acuerdo con Carolina Marín, cofundadora de Incubus Visual, para aceptar nuevos diseñadores, los bazares lanzan convocatorias a través de sus páginas web oficiales. Los requerimientos más comunes entre estas misivas son: que diseñar sea un proyecto de vida y no un hobbie; marcas mexicanas; innovación en el tipo de acabado y clase de materiales; calidad; empaque; y nivel de producción.

Además, explicó que la comunicación entre coordinadores, quienes usualmente son los fundadores del bazar, y expositores es por medio de juntas y/o correo electrónico, dependiendo de la organización del tianguis.

Proyecto Cultural Incubus Visual se creó en 2010 por iniciativa de Carolina Marín y Rodrígo Martínez, su objetivo es construir un espacio donde se puedan comercializar productos de diseño que se elaboren localmente.

Como parte del proyecto se realizan ferias de diseño ocasionales, mientras que de manera fija se atiende una tienda en la colonia Cuauhtémoc de 12 de la mañana a ocho de la noche.

En ocasiones, como es actualmente el caso de Bazar Ambulante, los organizadores se deciden por hacer eventos pequeños en lugar de ferias, es decir showrooms, los cuales funcionan como un bazar de diseño en miniatura, ya que son llevados a cabo sólo en un cuarto o casa pequeña con un número reducido de presentadores, explica Gabriela Romero.

Pabellones juveniles

Es común observar una gran afluencia de jóvenes a estas ferias, debido a los diseños frescos e innovadores, con colores brillantes, que se aprecian en casi todos los objetos a la venta.

No obstante, como lo muestra un sondeo realizando a 10 estudiantes de 18 a 24 años, en Ciudad Universitaria: sólo el 20 por ciento de los jóvenes consume productos diseñados por mexicanos.

“Mi marca favorita es Heart Attack, los conocí en una feria en el Palacio de los Deportes, como no tienen tienda fija, compro por internet o voy a los bazares de diseño donde participan”, comenta Edgar Aspetia, estudiante de ingeniería.

Mientras tanto, el 70 por ciento de los entrevistados dijo desconocer los más de 10 bazares de diseño que hay en la ciudad de México, donde laboran cientos de diseñadores de modas, industriales, gráficos, y demás artistas visuales y artesanos independientes.

Al ser cuestionados sobre las razones por las que no consumen mercancía mexicana, la mayoría coincidió en que es porque desconocen tiendas y marcas específicas, por lo que optan por comprar productos extranjeros cuyas marcas son reconocidas en el medio social; aunque, en su mayoría, ignoran el lugar de procedencia y el proceso de manufactura de dichas firmas.

Isaac Cantero, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), admitió que no compra ropa hecha en México porque desconoce empresas mexicanas que se dediquen al diseño, por lo que toda su ropa la adquiere en las grandes tiendas departamentales de los centros comerciales.

Los moros en la costa del diseño: la administración

La falta de capacitación empresarial es una dificultad que deben enfrentar los diseñadores y artesanos que buscan abrir un negocio propio. “Nuestra principal problemática fue capacitarnos en temas de administración, finanzas y mercadotecnia”, recuerda Carolina Marín.

Según datos de la Secretaría de Economía, presentados por el diario Milenio, en 2008 sólo el cinco por ciento de las casi 13 mil instituciones de educación media superior y superior cuenta con una metodología emprendedora.


Carolina Marín y Rodrigo Martínez, fundadores de Incubus Visual, decidieron abrir su negocio antes que capacitarse correctamente. En la marcha fue cuando se hicieron conscientes de su falta de experiencia y las dificultades que implica crear una pequeña empresa.

“Primero intentamos ir a cursos para emprendedores impartidos por el gobierno, pero son tan generales que sólo dan una mera introducción de lo que se necesita y de los posibles problemas que habrá, pero sin decirte cómo resolverlos”, convino Rodrígo Martínez.

Con base en los datos de la Secretaría de Economía, únicamente cinco de cada 100 alumnos emprenden un negocio en el primer año después de haber egresado, mientras que un 70 por ciento lo hace después de quince años.

“Los instrumentos gubernamentales y las universidades deberían desarrollar un sistema eficaz que capacite a las personas para emprender este tipo de proyectos”, opinó Carolina Marín.

No obstante, algunas delegaciones, como Azcapotzalco, ofrecen diferentes talleres que buscan apoyar a los empresarios en distintas áreas, como las redes sociales en internet, en donde se busca que los asistentes puedan definir el perfil de su empresa y manejar cuentas en Facebook y Twitter, tal como lo diera a conocer el portal en internet SinBaches.com

Por su parte, la doctora María Elvira Buelna Serrano, profesora e investigadora del Departamento de Humanidades, y el maestro Santiago Ávila Sandoval, investigador y docente del Departamento de Economía, ambos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM); en su ensayo “Cultura Emprendedora. Tradición y Actualidad”, mencionan que una de las principales problemáticas para los emprendedores del país son las condiciones de desigualdad extrema que existen entre las grandes y pequeñas empresas.

“Nuestro sistema empresarial no está formado por una economía competitiva orientada al consumidor y al bienestar”, aseguran los autores.

Para estos investigadores, las pequeñas empresas son descritas como aquellos establecimientos chicos que no generan un valor agregado y que carecen de capital e inversiones a largo plazo.

Malinchistas anónimos

La palabra “malinchista” tiene su origen en la llamada Malinche, una mujer indígena que ayudó a los españoles en la conquista de México, por lo que algunos la consideran como una traidora que prefirió lo extranjero a lo mexicano, por esto es que un “malinchista” es aquel que desdeña su identidad como mexicano y valora más lo extranjero; explicó la psicóloga Luz María Huerta Cantú para el diario El Universal, el 16 de septiembre de 2012.

“Mucha gente mexicana piensa que los productos elaborados en México no sirven o se rompen con facilidad, es decir, que no tienen calidad”, comentó Viviana Juárez Robledo coordinadora y artesana de DIM.

De los jóvenes sondeados, el 100 por ciento dijo que no se considera malinchista. Al respecto Lucí Pérez, también estudiante de la FCPyS, dijo “No me considero malinchista porque me gustan las tradiciones y costumbres del país, además, no me incomoda la idea de comprar productos hechos en México”.

Por su parte, Carolina Marín, aceptó que el malinchismo es un problema al que los diseñadores mexicanos se enfrentan actualmente, aun cuando aquellas personas que menosprecian lo hecho en el país no se consideren malinchistas.

“Me he enfrentado con la situación de que los clientes se quejan por los precios de la mercancía porque consideran que no son de marca”, comenta Marín para hacer referencia de la poca valoración que se tiene sobre el trabajo mexicano.

Por su parte, el diseñador industrial en patrones de moda, Alejandro Camacho, opinó al respecto: “Los mexicanos tenemos la mentalidad de que lo hecho en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y Europa, es más avanzado y, por ende, de mejor calidad”.

Además, explicó que un factor que ayuda a reafirmar el pensamiento malinchista está relacionado con la corrupción, debido a que en México existen normas de calidad que son fácilmente evadidas o ignoradas, como la resistencia y calidad de los materiales, e, incluso, hay muchos negocios que no siguen ningún control de calidad.

“Las normas de calidad de productos extranjeros son más exigentes y controladas que las mexicanas, y si a eso le sumamos que aquí en México nos saltamos dichas reglas, en consecuencia a veces no tenemos la calidad necesaria”, agregó el diseñador.

Una meta en común que tienen los diseñadores de los bazares es cambiar la mentalidad malinchista del público y con ello enseñar a la gente que el consumo nacional beneficia a la población en general: “No es sólo qué vas a comprar, sino dónde”, dice Carolina Marín.

Viva México: las ventajas de comprar productos nacionales


De acuerdo con el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), en México las micros, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) representan el 99.8 por ciento del total de empresas en el país, las cuales generan alrededor del 72 por ciento del empleo.

“Cuando tú compras en México ayudas a generar una alternativa económica. No es lo mismo que todo el dinero se vaya a comercializadoras extranjeras a que veas otras alternativas de producción y de gastos”, explicó Viviana Juárez, cofundadora de DIM.

Asimismo, la psicóloga Luz María Huerta explicó la importancia de cambiar mentalidades como la malinchista, ya que es necesario ser conscientes que al desvalorizar lo mexicano devaluamos nuestra historia y origen, con lo que se dificulta alcanzar un mayor desarrollo en la identidad mexicana y el crecimiento nacional.

Entonces, comprar lo hecho en México le da trabajo a miles de personas, permite un mayor crecimiento económico, una mejor cultura emprendedora y, además, acceder al desarrollo y consolidación de la identidad mexicana.

A su vez, los diseñadores y artesanos del país siguen buscando nuevas opciones para crecer profesionalmente, creando plataformas como los bazares, gracias a los cuales sus trabajos se han puesto en la mira del mundo, dado que revistas de la talla de Vogue han dedicado artículos a este tipo de propuestas.

Estos bazares reciben ocasionalmente visitas de comercializadoras, establecimientos de diseño y compradores de tiendas departamentales, que están buscando propuestas innovadoras de venta en el mercado nacional, lo cual se traduce en esas nuevas oportunidades de crecimiento tan buscadas por los diseñadores y artesanos.

Entretanto, los bazares siguen cosechando ese semillero de talento mexicano y las nuevas marcas siguen madurando, esperando el día en que puedan valerse por sí solas.








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