CLAVADISTA Y CAMPEONA OLÍMPICA, PARA VENCER EL MIEDO AL AGUA: PAOLA ESPINOSA

Por Nydia Karen Vázquez Miranda Guerrero
México (Aunam). Una infancia hiperactiva que la orilló a adentrarse al mundo deportivo y superar su miedo al agua, fueron parte de la formación para que Paola Milagros Espinosa Sánchez hoy sea la mejor clavadista en la historia de México, primera mexicana en ser campeona centroamericana, panamericana, mundial y dos veces medallista olímpica y tres veces ganadora del Premio Nacional del Deporte.

Es una mañana fría, dentro de las instalaciones del Centro de Formación Deportiva Ollin Kan (Ceforma) ubicado en avenida Hidalgo, colonia Fuentes Brotantes, de la delegación Tlalpan. En la entrada principal, la medallista olímpica junto a su manager, Claudia Ruiz, caminan rodeando la alberca olímpica hasta llegar a la fosa de clavados.

Hay música de Luis Miguel a todo volumen a lo largo de esta instalación, por lo cual sugiero irnos a un lugar con menos ruido; ella accede, y nos dirigimos al gimnasio. Ahí se encuentran varios niños entrenando en los trampolines. Paola, de aproximadamente 1.55 de estatura, figura atlética, cabello quebradizo y castaño, ojos cafés, tés morena clara, vestida con unos jeans azules, playera del mismo color y una sudadera café, sin borrar su sonrisa, se sienta sobre unas colchonetas rojas apiladas, deja a un lado el yogurt que bebía para dar inicio a la entrevista.

Una persona difícil pero con un corazón grande

Nací en La Paz, Baja California Sur, soy una chava de 26 años de edad, deportista, dura de carácter. Reconozco que soy un poco difícil, una persona complicada para poder congeniar con los demás, muy desconfiada. Pero un ser con muchos sueños, objetivos, metas, alguien que ha luchado incansablemente para lograr cada una de ellas.

Creo que hoy te puedo decir se me ha cumplido todo lo que he querido en la vida, y junto con mi familia han hecho de Paola Espinosa una de las mejores clavadistas de este país.

Pero más allá de la exitosa deportista, me considero una buena persona, con un corazón grande, a la gente que quiero, la cuido mucho, amo a mis amigos, a mi familia y creo es por eso me siento tan tranquila y feliz hoy en día.

Me encantaba la navidad

Mi niñez fue muy bonita, no recuerdo todo exactamente. Me encantaba la navidad, “Santa” -lo dice creando unas comillas con sus dedos-, es lo que más recuerdo, siempre nos trajo muchos regalos, se esmeró en darnos lo que queríamos, dejaba mi cartita, la ilusión del zapato, nos hacía un caminito de dulces desde los zapatos hasta la orilla de la cama a mi hermana y a mí.

Me gustó mucho haber tenido una hermana. Nos entreteníamos con las barbies, me acuerdo que aunque no fuera nuestro cumpleaños o una fecha especial a veces mi papá llegaba y nos regalaba una muñeca.

A pesar de que somos completamente distintas, compartimos muchas cosas, tanto física como de carácter. Las dos nos llevamos muy bien, ella es mayor, tiene 29, yo creo que si hubiéramos sido mas pegaditas de edad no nos llevaríamos tan bien, afirma.

Era padrísimo, -enfatiza con emoción, sus ojos se llenan de un brillo, una gran sonrisa se apodera de su rostro,- cuando mi papá tenía muchas monedas nos hacia jugar volados a mi hermana y a mí, en ese entonces estaban las monedas grandotas amarillas, las de mil pesos que ahora es un peso. Yo siempre he tenido mucha suerte, entonces ganaba los volados así junte dinerito.

Eras afortunada en el juego...

-Sí, y también en el amor.

Una gran carcajada que provoca la inclinación hacia atrás del cuerpo de la deportista, corta por unos segundos la charla.

Desde muy pequeña, en toda mi infancia, siempre vi que mis papás trabajaron para darnos lo que podían, para mí eso era lo mejor, así yo creo que desde casa vienen esas ganas de trabajar tanto y de luchar por algo.

El deporte, un remedio para la hiperactividad

Vengo de una familia deportista. Mi papá fue nadador muchos años y coordinador de un gimnasio de usos múltiples, entonces siempre nos inculcó el deporte. Terminando la escuela, comía y me llevaba a su trabajo, hacia de todos los deportes, pues me dejaban pasar a las diferentes clases.

La verdad es que ninguno me gustaba tanto, me calmaban porque a eso me llevaban, pues yo era muy hiperactiva, pero el único que me gustó fueron los clavados, no sé porqué, fue como pura casualidad atinarle a ése.

¿Y la natación no te interesó?

No -responde con un tono de desagrado, algunos gestos se dibujan en su rostro- fíjate que siempre fui muy miedosa para el agua, para aprender a nadar fue muy complicado, era el trauma de mi papá ¡imagínate! él nadador y su hija le temía al agua, pues como que no -nuevamente una pequeña risa hace acto de presencia-.

Entonces me dejaba poco a poquito, pero tú sabes que La Paz esta rodeada de agua, me obligaron aprender a nadar y cuando lo logré fue lo mejor, el agua me encantaba y ya nadie me podía sacar de la alberca, pero en sí la natación siempre se me hizo muy aburrida.

¿Y la hiperactividad se te quitó?

Pues… -duda y una sonrisa pícara ilumina su rostro- dice mi mamá que no, sí llegaba a dormir a la casa, por fin, pero aun así era muy intensa todo el tiempo, creo que ahorita ya se me quitó –ríe-.

Ya me gasté toda la energía que tenía, pero de chiquita sí lograron hacer algo por medio del deporte. Me acuerdo, en la escuela a mi mamá la mandaban llamar mucho, pero no por burra, sino por problemas de conducta, nunca fui grosera sino simplemente cuando me decían siéntate no podía hacerlo, lo recuerdo un tanto apenada.

El inicio de una gran carrera y el sacrificio de separar a la familia

Fui a mi primera competencia cuando tenía siete años y me fue bien. Tuve dos segundos lugares, en ese tiempo se hacían pruebas de todo tipo, de abdominales y de flexibilidad, no nada más era tirar clavados.

A los 11 años me invitan a formar parte de la selección infantil-juvenil, que era aquí en la ciudad de México, y mis papás me preguntaron: ¿te quieres venir a la Ciudad de México a entrenar? Sin pensarlo les dije que sí, entonces mi mamá se vino conmigo hasta que terminé la secundaria, mi papá y mi hermana se quedaron allá, en Baja California.

Al principio era divertido porque éramos 20 de la misma edad, en el mismo programa. Yo me la pasaba muy bien, la verdad; a mi mamá casi ni la veía, yo estaba toda la semana en el comité olímpico, salía los sábados en la tarde y regresaba los domingos en la noche, entonces la veía sólo un día.

Sí me iba mal en la escuela, cuando me pegaba en los entrenamientos, pues los golpes duelen en el agua, los regaños, entonces sí extrañaba a mi familia y decía “¡ay! como que me falta el apapacho de mi mamá” o que mi hermana me ayudara a hacer mi tarea, cosas así, me pesaban un poquito -aquel rostro feliz que mostraba Paola pasó a ser uno serio-.

Aun así toda mi familia siempre me apoyó. Yo he dicho “lo que empezó como un sueño mío se convirtió en un sueño familiar”, porque todos me apoyaron, ellos hicieron lo posible para que yo alcanzara este logro, hasta el día de hoy te puedo decir lo que más he sufrido es el haber dejado a mi familia.

Escuela y entrenamiento, difícil combinación

No he podido terminar mi carrera. Es muy difícil combinar la escuela y los entrenamientos porque los clavados no es un deporte como cualquier otro, necesita demasiada atención y mucho tiempo.

De chiquita todavía un poco más, porque eran los horarios completos de clases y luego ir a entrenar, llegar cansada, con sueño, la verdad me acuerdo y hasta me da flojera, eso sí no me gustaría volverlo a pasar, ahora con la universidad me han apoyado mucho, voy en la Anáhuac del Sur y me ayudan a complementar el deporte con la carrera.

Atenas 2004, la experiencia más rara

Feliz y a la vez desconcertada habla de los Juegos Olímpicos de Atenas, que esperaba con toda el alma, con todo el corazón.

Imagínate una niña de 16 años queriendo llegar a sus primeros juegos olímpicos, estaba muy contenta y emocionada, pero meses antes de irnos a los juegos me quitaron a mi entrenador.

Estuve con otro entrenador y fue una experiencia muy fea porque no nos quería, desgraciadamente en México siguen pasando esas cosas. Mis demás compañeros de ese entonces no nos apoyaron.

Lo vivimos realmente solos, te puedo hablar de Romel y de mí, pues fuimos compañeros a los que dejaron a la deriva; a la mitad de una de mis competencias me corrió mi entrenador, me dijo que ya no me quería ver.

Como sea logré ir. Fui cuatro veces finalista en todas mis pruebas, a parte yo me acaba de subir a la plataforma de 10 metros, tenia dos o tres meses, era muy poco tiempo y me daba miedo. A pesar de eso fue una experiencia que me ayudó, aprendí mucho y me hizo mucho más fuerte.

Beijín, un ciclo olímpico de sueños

Un brillo de alegría cubre nuevamente los ojos cafés de la deportista, la emoción de recordar aquella experiencia se nota, Paola, en medio de ademanes, cuenta uno de los mejores momentos de su carrera.

Fue totalmente distinto, ya estaba trabajando con Majin, mi actual entrenadora. En 2007 fueron los Panamericanos de Rio de Janeiro, a mi entrenadora ya la querían correr desde el 2006, era con la única que contaba, entonces yo estaba muy preocupada por que no la corrieran, trabajaba como un burro, como un robot.

Quería demostrar que Majin era buena y que las dos éramos capaces de hacer algo, los mismos mexicanos nos ponían muchas trabas, no querían a una china en el deporte nacional.

Fui a mis segundos panamericanos, para Majin los primeros y nos fue muy bien: Le gané a la campeona del mundo, tuve oro en 10 metros, oro en trampolín de tres metros, oro en trampolín de tres metros sincronizado y plata en 10 metros sincronizado, nos fuimos como las mejores de los juegos.

En el 2008 empecé a ganar todas las competencias, en las series mundiales nos íbamos turnando entre “la china” y yo. Ya en los Olímpicos el sincronizado no era una prueba fuerte para Tatiana Ortiz y para mí, nos costó mucho trabajo tener una sincronización, ella llegó solo un año antes de los juegos olímpicos a entrenar con Majin y la verdad no teníamos esperanzas.

Cuando nos dimos cuenta que habíamos ganado la medalla nos abrazamos, nos besamos, las dos estuvimos muy contentas y lo disfrutamos mucho; no lo esperábamos.

Llegó la prueba individual y quedé en cuarto lugar, es el trauma de mi vida porque yo sí iba con posibilidades reales de tener una medalla, no sucedió y si me quede con la espinita –mientras habla, el rostro de decepción e incertidumbre se refleja en la medallista-.

La experiencia en Londres a lado de Alejandra Orozco

Londres 2012 fue muy padre, después de Bejín lo disfruté mucho. Yo me planteé una filosofía tras no haber quedado con medalla en la prueba individual, dije: que Dios sea quien me demuestre si puedo o no ser medallista olímpica.

Ale es una niña de 15 años, fue fabuloso poder compartir esta experiencia con ella, es una gran persona, la cual quiero mucho. Para mí fue muy sencillo hacer clavados sincronizados con ella pues es muy tenaz, responsable, siempre estaba al pie del cañón, ella era la primera en llegar a todos los entrenamientos.

Lo que le hacia falta era mas técnica y mi entrenadora Majin estuvo para subirla de nivel y lo hicimos muy bien, creo que tanto Ale como yo estuvimos felices al obtener la plata, festejamos el momento.

El significado de la fama

Desde pequeña siempre he sido feliz, esto lo hago porque me gusta, no por otra cosa. Me apasiona, es algo de lo cuál me siento muy afortunada pues muy pocas personas descubrimos cual es nuestro talento y yo lo hice desde muy chica.

Ninguno de nosotros, como deportistas, estamos preparados para esto de la fama, entrevistas, televisión; simplemente tú llegas queriendo ser algo pero no sabes que detrás vienen tantas cosas, no sé si la fama vaya de la mano con que te vuelvas un ejemplo para los niños y para la gente.

En eso la clavadista dirige su mirada hacia los niños, quienes se encuentran entrenando en los trampolines, atentos a lo que su entrenador les dice, ella los mira con gran admiración y continúa.

Estaba igual que ellos, cuando me vine a la Ciudad de México no tenía donde entrenar, ni chofer o escuela como ellos. A nosotros nos tocó abrir puertas para que la gente creyera en este deporte y en los niños.

La verdad si me tocó lo pesado, me acuerdo que nos cruzábamos Periférico caminando o corriendo para llegar a la escuela nosotros solos, no teníamos quien nos llevara, no teníamos todo lo que tienes ellos.

A mí me llena de orgullo ver que un niño se aviente y diga “me quiero tirar un clavado como Paola Espinosa”, entonces eso es cuando te cae el veinte de todo lo que haces por la gente, por tu México, por los niños que quieren ser como tú.

Lo primordial y los planes a futuro para Paola

Digo tal vez soy muy joven de edad aún pero he hecho muchas cosas, ya recorrí un gran camino lleno de frutos que ahorita estoy recogiendo. Créeme que ahorita lo primordial es disfrutar a mi familia

Me he perdido cumpleaños, festejos, navidades, todas esas cosas que me pesan ahora es cuando mas las extraño. Porque finalmente mi carrera deportiva ya esta hecha, sólo quiero disfrutar lo que la vida me ha dado.

El objetivo principal deportivamente hablando es asistir a los próximos juegos olímpicos, es un proceso difícil porque no he descansado en tres periodos de olimpiadas. Tengo muchas lesiones que atenderme, entonces es lo que estoy haciendo ahora.

Ya como persona, terminar mi carrera, me urge acabalarla. En un futuro me gustaría poder formar una familia y demás sueños como cualquier mujer.

¿Te gustaría tener hijos?

Sí, claro, digo ahora con mi sobrina la verdad es que lo estoy pensando… Te voy a ser sincera yo dije: después de los juegos olímpicos de Londres quiero ser mamá, una mamá joven, ser de las personas que disfrutan a sus hijos, pero con mi sobrina vi lo que mi hermana sufrió, no duerme por estar cuidando al bebé. De 10 minutos que está conmigo llora nueve y medio, entonces dije no estoy lista para ser madre.






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